Es normal sentirse estable cuando todo está “bien” porque experimentas esa sensación de seguridad, aunque para cada persona es relativo, por
mucho tiempo la estabilidad para mí se basaba en tener un trabajo agradable,
una familia con la que pudiera contar, amigos increíbles para compartir, y
salud para poder disfrutar de todo.
¿Qué ocurría si algo faltaba?
Como dice una buena amiga ¡Todo mal!, se estropeaba algo en
mi interior cuando alguna de las cosas en las que basaba mi estabilidad, no
estaban en el orden que yo creía debían estar, sentía que perdía mi
piso, me sentía inestable, y con mucho miedo de hundirme…
En aquel momento, Dios no estaba presente en mis pensamientos
de forma intencional, sin embargo, cuando niña mi mamá acostumbraba a repetirme
una oración para dormir y por lo general en momentos de angustia, sin yo saber el “porqué” venían a mi mente esas palabras:
“Danos tu paz señor, esa paz que escapa a
toda comprensión de la mente humana. Aunque bramen las aguas, aunque el rayo
aterrador hunda los espacios incendiándolos, aunque los montes se conmueven y
salten sobre sus bases, sepa yo conservar la serenidad sabiendo que donde tu
estas nada malo puede sucederme! Me cobijo bajo tus alas sabiendo que ahí
estaré siempre seguro y protegido”
Podría decirse que ayudaba a calmar mi ansiedad, aunque la verdad no había detallado bien esa palabra hasta este tiempo de confinamiento. Me llamó mucho la
atención leer constantemente sobre la“ansiedad”, en las redes
sociales, en mi mente creo que solo la relacionaba con comida, entonces busqué su definición; se trata de la condición de una persona que
experimenta una conmoción, intranquilidad, nerviosismo o preocupación.
Tiene sentido que los acontecimientos actuales a nivel
mundial generen tal “ansiedad” puesto que las circunstancias
no son favorables en el área de salud, están postergadas las relaciones sociales,
la económica está casi paralizada, podría decirse que estamos perdiendo ese
piso que nos mantiene estables.
Si pienso en situaciones difíciles, una de las primeras que
se viene a mi mente es la descrita en Mateo 14:22-33, cuando en horas de
la madrugada los discípulos de Jesús se encontraban en una pequeña barca lejos
de tierra firme, con el viento en contra, azotados por grandes
olas.
La historia continúa narrando que a lo lejos aparece Jesús caminando
sobre el agua, cuando los discípulos lo vieron se asustaron, y gritaron
llenos de miedo: —¡Es un fantasma!. A lo que Jesús respondió: ¡Calma, soy
yo, no tengan miedo!
Una de las primeras veces que la leí el
relato, fue inevitable no cuestionarlo y pensar ¿Por qué Jesús permitía que sus
amigos tuvieran ese temor de hundirse? ¿Por qué no solo llegaba a la barca y detenía la feroz tormenta?
La respuesta llegó unos versículos después cuando, Jesús le
dice a Pedro ¡Ven! y Pedro manteniendo su mirada en Jesús comienza a caminar sobre el agua, pero cuando mira
el fuerte viento y las grandes olas se hunde.
Allí es donde Jesús pronuncia su conocida frase ¡Hombre de
poca fe! ¿Por qué dudaste? Entonces me pregunto ¿También dudarías si estuviera
caminando sobre las aguas? Yo, probablemente sí también me daría terror hundirme.
Este tiempo, me ha hecho entender que si Jesús permitió que sus discípulos atravesaran
la tormenta para aumentar su fe, era porque él sabía que no se iban a hundir. Y si él le dijo a Pedro “¡Ven!” era porque en medio del
mar y la oscuridad, lo iba a sostener.
Al ver las circunstancias actuales, me parece que nos
encontramos en una tormenta, todo lo que por años creímos que podría darnos
alguna estabilidad se está desmoronando, si nos aferramos a este
piso falso, corremos el riesgo de hundirnos.
DIOS te bendiga es muy cierto tu refleccion sin el Señor Jesus perdemos todo
ResponderEliminarQué bien Michelle, muy bueno tu contenido y además súper cierto que mantener los ojos en Jesús es lo único que nos hará caminar firmes en medio de la tormenta. Dios te bendiga!!
ResponderEliminarPfffffff BRUTAL
ResponderEliminarHERMOSO💘. Me encantó y me ayuda a estar atenta en donde esta mi confianza y mi enfoque en tiempos de difíciles.
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