Salir
de casa de los padres y comenzar asumir las responsabilidades propias de
adultez puede decirse que es parte del “proceso” de la vida, aunque cada quien
vivirá experiencias diferentes la realidad es que al principio es un gran
aprendizaje.
Te
cuento un poco lo que he aprendido
1. Siempre se puede
Al
pensar en emigrar, yo era de esas personas que tenía todo en contra, por así
decirlo, siempre tuve una vida con relativas comodidades, crecí como hija única
y mis padres me dieron todo y más de lo que estaba a su alcance. A los 18 años
comencé a trabajar por primera vez en una tienda porque quería unas sandalitas
que me gustaban, no porque tuviera alguna necesidad.
Por
esa razón, que creo que las personas me decían con la mejor intención
comentarios como: “En Chile hace mucho frío, tu no estas acostumbrada a eso”
(aún no me acostumbro), “Emigrar es muy duro” (sí, lo es), “Tendrás que
trabajar mucho” (también es verdad)… Muchas veces yo también pensé que no
podría y la realidad es que en mis fuerzas no puedo.
Entender
que realmente es Dios quien nos da la fuerza y la capacidad de hacer cosas que
nunca imaginamos es una de las señales más lindas de dependencia. Seguramente tú también has dicho yo no podría
hacer esto, o yo no podría vivir en tal lugar por equis condiciones, pero la
realidad es que SIEMPRE SE PUEDE, y no por ti ni por lo que tú seas capaz de
hacer, es por lo que Dios es capaz de hacer a contigo, dondequiera que te lleve.
2. No hace falta tiempo para hacer amigos
El
valor de la amistad para mí siempre ha sido uno de los más lindos e
importantes, la mayoría de mis amigos, los conozco desde hace por lo menos cinco
años, por ello creo me costaba un poco agregar personas a ese círculo, no se
trataba de que no fuera amable, sino que sentía que las amistades reales que
tenía eran porque las había cultivado por muchos años, entonces pensaba…
¿Para
qué comenzar de nuevo a regar y pasar tiempo con la rosa?...como dice uno de
mis libros favoritos.
Mi
llegada a Chile rompió totalmente con esos esquemas mentales, desde el primer día
conocí personas TAN INCREÍBLES, sin necesidad de invertir mucho tiempo en lo
que sería una relación de amistad se adueñaron de gran parte de mi corazón.
Creo que Dios sabía que había dejado familia y afectos atrás, por eso me dio
estos inmerecidos regalos, nunca dejaré de agradecer por la vida de cada uno de
ellos.
Vivir fuera de tu lugar de origen, te enseña en gran parte
el significado de la palabra sacrificio… entendiendo que debes superarte y
trabajar fuertemente, no solo por ti, sino también por ayudar a tu familia que
reside en un país como Venezuela donde la hiperinflación no te permite cubrir
las necesidades más básicas.
Hace un tiempo me tocó trabajar en el área de limpieza de un
supermercado, ni en mis sueños más locos habría imaginado, de verdad fue una
etapa difícil no porque denigre el trabajo ni las personas que lo hacen, al
contrario, les tengo mucho cariño a mis antiguas compañeras, sino que en tu
mente creces con la idea si estudias, podrás superarte y conseguir el trabajo
soñado.
Dios utilizó ese momento de mi vida para confrontarme, sabía
que debía hacerlo por los que amaba más que por mí misma, pero muchas veces
cuestioné ¿Por qué me tocaba a mí?, ¿Por qué soy yo la que debe hacer esto para
que mi familia pueda estar un poco mejor? La pregunta principal era
¿POR QUÉ TENGO QUE ESTAR AQUÍ
SACRIFICANDOME?
Todas esas preguntas me las hice mientras lavaba mi paño
luego de limpiar un pasillo donde se había derramado una Coca- Cola y bueno, también
algunas de mis lágrimas, en ese instante Dios me recordó el sacrificio de Jesús
en la cruz, y me dijo ¿Por qué reniegas tanto al sacrificarte un tiempo por los
que amas? Yo me sacrifiqué por ti .
Jesús por medio de su sacrificio nos dio lo la eternidad, nunca dudemos en dar lo que tengamos a los demás, así nos implique un
poco de sacrificio.
4. Las cosas materiales no dan felicidad
Una de las frases más repetidas de la historia… cuando
tenemos todo lo que consideramos normal “familia, amigos, salud” añoramos muchas
cosas materiales que sentimos que nos aportarán un poco de felicidad, o nos harán
la vida un poco más simple.
Sin embargo, por cliché que suene, lo material no vale de
nada cuando no tienes las personas que quieres a tu lado para poder
compartirlas… hace un rato vi que una amiga compartió una foto de uno de sus
cumpleaños de hace algunos años y colocó en el texto: “Cuando lo tenía todo y
me quejaba de nada” en la foto la acompañaba su mamá quien murió hace un par de
años y su hermano quien también emigró del país.
Me sentí tan identificada, muchas veces yo lo tuve todo y me
quejé por nada... ¿Te ha pasado?
Por favor, abraza muy fuerte a ese todo que tengas a tu
lado.
5. Dios siempre es fiel
No es tan simple resumir en breves palabras la fidelidad de
Dios… si pienso de manera razonable una persona es “fiel” con otra, porque
también recibe fidelidad de esa otra persona, no sucede lo mismo en el caso de
nosotros hacia Dios.
Aunque constantemente le somos infieles a Dios, su fidelidad
sigue firme y constante.
Cuando vivía en Venezuela, siempre me sentí “protegida”,
tenía muchas personas a mi alrededor que me hacían la vida más simple, esa fue
una de las razones que me impulsaron a salir de casa, quería ver que podía
hacer por mí misma, para mi sorpresa, viviendo sola y en un país que no es el
mío, me siento igual de protegida.
Comprendí que no puedo hacer nada por mí misma, que Dios puede
hacer lo que quiera en mi vida y en la tuya.... y aunque quizá ese proceso no será
del todo fácil, él será fiel.
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